Saturday, 07 June 2008

Tres Deseos

Hoy le vamos a dar la oportunidad de pedir tres deseos para el bien de usted, de su ciudad o del Estado o País. Piense bien qué va a pedir.

Con este ejercicio imaginario, pretendo hacer notar la importancia del trabajo personal duro y constante. No trato de atacar al gobierno, ni de cambiarlo. En verdad, creo que los gobiernos son un mal necesario. Por supuesto, en una sociedad completa como la nuestra, debemos estar conscientes de los errores y aciertos de los gobernantes. Debemos exigir transparencia en sus acciones y respeto a nuestras libertades. No me gustan los políticos, pero no los pierdo de vista.

En las últimas décadas, el entorno cívico en el País se ha tornado definitivamente hacia la política. Este es uno de los estado con mayor participación política del país. Sin embargo, un clima de negocios en un ambiente pollitizado, lo que consigue es detener la inversión en las empresas del Estado.

¿Y esto a mi qué me importa? ¿Y dónde están mis tres deseos? El problema es que la mayoría de nosotros, consideramos que en México las empresas son ajenas a nosotros. Nunca nos vemos a nosotros mismo como parte de esa cadena productiva.

Años y años de educación distorsionada por los medios de comunicación nos han hecho desconfiar de los empresarios. El típico ejemplo son las telenovelas y sus estereotipos que se vienen repitiendo hace más de tres décadas: La niña pobre es la buena, el viejo empresario es malo.

Por lo tanto, crecemos con la idea de que la gente que se dedica a los negocios es mala, corrupta y abusiva. Claro, que hay algunos así, pero no debemos generalizar, sobre todo si nos consideramos a nosotros mismos como gente de negocios, que compramos y vendemos, producimos y trasladamos.

Así es, todos los días, todos hacemos negocios: el obrero, el empleado, las amas de casa, los tenderos. Y cuando hablamos de que no hay inversión para los negocios de México, debemos entender que eso significa que no habrá inversión para nosotros y nuestras familias tampoco.

Mientras más migrantes mandamos a Estados Unidos, menos personas se quedan en el mercado interno. Menos gente compra nuestras tortillas, nuestros dulces, nuestras casas y nuestros servicios. Entonces, ¿debe el Gobierno resolver nuestros problemas?

Ahora si. Por una vez imagine que el gobierno le concede tres deseos. ¿Cuáles pediría? ¿Más Policías? ¿Mejores Policías? ¿Hospitales? ¿Menos Impuestos? ¿Petróleo? ¿Universidades? ¿Libertad? ¿Carreteras? Piense en grande, pida. Supongamos que sus tres deseos se los cumplen en tres semanas. ¿Y después? ¿Qué estaría haciendo usted dentro de un mes? A trabajar, ¿verdad?

Este mismo escenario se lo hemos planteado a empresarios y a estudiantes que se quejan del gobierno; también a amas de casa, a políticos y el resultado es el mismo: “Si el Gobierno resolviera mis problemas actuales hoy, mañana yo tendría que seguir trabajando y esforzándome cada vez más”.

Es decir, las raíces de los problemas económicos pueden ser el gobierno, los empresarios, los extranjeros, la globalización, los templarios o los marcianos. Pero la raíz de las soluciones económicas somos todos nosotros.

Usted es su propia empresa. Si es empresario, produzca y venda. Si es empleado, considere que le vende servicios de oficina a otra empresa cliente. Si es obrero, haga de cuenta que le vende servicios de manufactura a la planta. Su trabajo es su producto. Mejórelo día con dia.

Un último consejo: No se deje abusar, pero decídase a producir esta semana, el doble de la anterior.




Lic. Juan Enrique Sandoval MBA
Consultor de Negocios
www.skillsa.com

Sunday, 01 June 2008

7 Formas de Explotar a sus Empleados

Esas personas que entran todos los días a trabajar a nuestras oficinas y plantas, cobran sueldos y reciben prestaciones. ¿Quiénes son y qué quieren? Qué mas dá... Lo importantes es que trabajen, para eso les pagamos. ¡Y que trabajen mucho! Hay algunos líderes que no saben lo que quieren los trabajadores, lo cual está bien, mientras sepan qué es lo que ellos mismos quieren. Si usted es así, perfecto. Asegúrese de seguir los siguientes consejos de manera precisa y sin inhibiciones. A fin de cuentas: “¡Usted es el jefe!”


1. Llegue Tarde.
Poca gente piensa que es importante llegar a tiempo y ser puntual en la oficina. Pero es muy importante para los trabajadores. Usted debería tener la seguridad de contar con todos sus empleados en tiempo y a la hora de entrada. De preferencia, treinta minutos antes.

Cuando usted los contrató y ellos accedieron a firmar un contrato, quedó convenido un horario de trabajo. No existe razón alguna para permitirles tolerancia en sus horarios de entrada. Pero el lado positivo de todo esto, es que usted no tiene por qué llegar temprano. Usted es el jefe, y esta es su compañía y en ningún contrato firmado por usted se establece que debe respetar los horarios.

Claro, habrá quien le diga que es importante poner el ejemplo. Incluso, Tony Schwartz, en el número de abril de la revista Harvard Business Review declara que es importante tener un horario, cumplir y demostrar que se está tan comprometido como los empleados. Pero, ¿qué puede saber Tony Schwartz? Tal vez a usted sus trabajadores no lo van a querer, tal vez menospreciarán su valor en la empresa, tal vez le digan que es injusto y que las reglas deben ser cumplidas por todos, sobre todo si los penaliza a ellos por llegar tarde. Usted sabrá que, al menos, ya no tiene sueño.


2. Haga que se queden más tiempo.
Ahora que sus empleados están llegando a tiempo, eso no significa que puedan salir exactamente a la hora que termina la jornada laboral. ¿O es que ya no hay más trabajo que hacer? Aunque Catherine McCarthy también de la Escuela de Negocios de Harvard, diga que hay que encontrar un balance en todas las áreas de la vida, la verdad es que es poco probable que sus empleados y trabajadores tengan vida propia. Lo cierto es que les gusta el trabajo, déjelos que se queden.

Es fácil. Pídales que se reúnan a las 7:45 de la tarde para presentarle a usted una propuesta de mejora en los procesos. Y digales que le gustaría tenerla en su escritorio a las 8:30 de la mañana siguiente. u puede solicitar Un cambio de última hora en un diseño de producto para mantenerlos ocupados. O comisiónelos para representarlo a usted y a la compañía en un evento de caridad o algo así. La idea es pedirles muchas tareas pequeñas, como un favor y adicionales a su carga normal. Pero nada por escrito, pues por el bien de la empresa, usted no quiere pagarles horas extras.

Eso si. Usted váyase temprano. Tómese una copa, termine ese juego de golf. Recuerde las palabras de Catherine McCarthy: Hay que encontrar un balance en todas las áreas de SU vida.


3. No gaste un centavo en capacitación.
¿Para qué capacitarlos? ¿Encuentra usted alguna buena razón para capacitar y entrenar a sus trabajadores? Digo, además del artículo 153 de la Ley Federal del Trabajo. En el medio se dice que además de distraerlos de sus cargas de trabajo, la capacitación sólo los prepara para que se los roben los competidores.

Es cierto que la capacitación se debe considerar una inversión y no un gasto. También lo es, que un plan de carrera adecuado y el entrenamiento constante en todos los niveles de la empresa ayudan a la retención del personal y mejoran su rendimiento en el mediano plazo. Pero estas verdades seguramente no aplican en su empresa. No invierta en ellos, mejor sáqueles todo el jugo posible. Pronto, antes de que se vayan.


4. Evite todas las prestaciones.
¿Qué porcentaje de sus trabajadores están afiliados al Seguro Social? Espero que no sean todos. Seguramente usted conoce a esos empresarios que tienen a todos sus trabajadores registrados ante el IMSS. O que les aumentan días de vacaciones, por cada año que han trabajado en la empresa. Incluso, hay algunos que les ayudan con los gastos médicos y les pagan aguinaldos más grandes que lo que dice la ley.

Independientemente de estos locos, que parecen no querer hacer negocios, usted decida si cumple o no con la ley. ¿Por qué habría de pagarles un overhead costosísimo para la empresa, cuando es responsabilidad de su trabajadores mantenerse sanos? Además, muchos de ellos desconocen la ley y es probable que necesiten demasiado el trabajo. Si esto le causa algún cargo de conciencia, repita: ¿Usted les paga sus sueldos, o no? Si se van, es porque no saben valorarlo.


5. No pague comisiones.
Ese nuevo cliente que llegó a su empresa recomendado por uno de sus empleados es un nuevo activo. Pero ¿debería pagarle una comisión a su empleado, aunque no trabaje en ventas? Debe partir de la base de que un trabajador de la empresa, está para ayudar a la empresa. Si obtienen un nuevo cliente, invíteles un café. Cuando mucho.

Lo malo de pagar comisiones a un empleado, es que todos van a querer traer nuevos clientes y nuevos negocios para la empresa, esperando algo a cambio. Mejor que no traigan nada. Si usted cree que su compañía no necesita nuevos clientes, ahórrese la molestia. Y la comisión.


6. Enfréntelos unos a otros.
Nada mejor que dividirlos. Si usted tuvo un error y lo sabe, pregúnteles (muy enojado) quién es el culpable. Seguramente no dirán que fue usted y comenzarán a aventarse la culpa entre ellos. Estas maniobras de distracción, a la larga van creando la imagen de que usted nunca se equivoca y de que ellos sí pueden cometer errores.

También puede ponerlos a competir con premios pequeños y castigos desorbitados. Si en una línea logran mejorar su productividad, felícitelos y déles un abrazo. Si en la otra línea no lo consiguieron, despida a la mitad del personal. Envíe a sus favoritos a un congreso a Can-Cún. Y póngalos como ejemplo de lo que deben hacer todos los otros “pésimos” trabajadores. Claro que deberá olvidarse de un ambiente laboral sano, pero ya compensará con otras cosas. Esto provocará un resentimiento entre unos y otros, que les impedirá estar unidos.

Construya un ambiente de tensión donde todos desconfíen de todos. Y después quéjese de que no saben trabajar en equipo.


7. Bloquee la comunicación. (Sí, en todos niveles).
Sabemos que una buena comunicación en la empresa trae muchas ventajas como en otras áreas de la vida. Sin embargo, los empleados informados se vuelven retadores, y usted no quiere que reten su autoridad jamás. Claro, no serán muy sociables y creativos, pero usted está para crear, no ellos.

Comúniquese únicamente a base de instrucciones, y no les haga saber cómo van en sus evaluaciones de desempeño. Pensarán que tienen más trabajo por hacer todo el tiempo. Si le piden que la gerencia haga una retroalimentación sobre sus labores, digales que está trabajando en ello y forme un comité.

O mejor aún, confúndalos. Diga claramente que la empresa tiene una política de puertas abiertas, mientras se mete en los cúbiculos y conversaciones ajenas. Así siempre tendrán que estar trabajando y produciendo, atentos a la llegada del jefe. Pero eso si, mantenga su propia puerta cerrada. ¿Cómo se atreven a interrumpirlo?



No todas las organizaciones están destinadas a crecer y ser socialmente responsables con sus trabajadores. Espero que mis sugerencias sean reveladoras para usted y su empresa. Y por favor, por lo que más quiera, no me haga caso.

Lic. Juan Enrique Sandoval MBA
Capacitación y Estrategia
www.skillsa.com